CURIOSIDADES Nada es lo que parece Fecha Publicación: 29/04/2021 19:15 La dimensión real del que hacer de las actividades de los Legítimos Usuarios de Armas de Fuego y su impacto socioeconómico Desde hace algunos años, el ideologismo fanático, casi siempre basado en creencias, más que en datos científicos, se basan sus sofismas en meras supersticiones basadas en una lógica rayana en un maniqueísmo inverso. Sostienen, por ejemplo, que la cacería es una acción depredatoria que atenta contra el ecosistema o el medio ambiente. Utilizado esto como principio general, pareciera tener cierta lógica, pero en muchos casos no hay nada más alejado de la realidad. Nadie puede negar que la acción del hombre ha afectado y afecta el medio ambiente, huelgan los comentarios sobre esto. Una de las tantas consecuencias es el desequilibrio de muchísimas especies animales, que ha generado el avance de algunas especies sobre otras. Pero en donde más se nota, es en las especies que se han introducido, ya sea de manera intencional o por migraciones provocadas por la acción desaprensiva del hombre. Cuando una especie es introducida artificialmente en una región, ya dijimos intencionalmente o por acciones desaprensivas, se transforma, en la mayoría de los casos en invasora, y al no tener un depredador natural, su reproducción se multiplica y en la lucha por la supervivencia, comienza a desplazar especies autóctonas que ven amenazada su existencia. Un claro ejemplo de ello, es el gorrión europeo, que desplazó a nuestros criollos chingolos y jilgueros. Y aquí podemos empezar a nombras especies que fueron introducidas y que hoy son verdaderos dolores de cabeza, no solo para productores rurales, sino también para el equilibrio de nuestro ecosistema nacional. Cuando hablamos de ciervos y sobre todo del jabalí europeo, estos se han reproducido de una manera incontrolable. En algunos lugares, incluso hasta autoridades ambientales se han llegado a platear el uso de tóxicos para su eliminación, gracias a la Santísima Providencia se dieron cuenta que con estas acciones provocarían la matanza en otras especies y sobre todo las autóctonas. Es aquí, ante esta realidad, muy sintética y sencillamente descripta, que entran a jugar otros factores que tienden a equilibrar las cosas, y sin dudas uno de estos factores de gran importancia, es la tradición, fuertemente acendrada en nuestro país, de la cacería. El cazador, al que pretendemos desmitificar y dar por tierra con los estigmas que se le endilgan muy injustamente, no es el depredador dañino y sobre todo fuera de la ley, que durante mucho tiempo abundaron, y que con una simple acción policial se mantendrían a raya. Nuestro cazador, es un Legítimo Usuario, titular de una autorización estatal para tener armas de fuego, que abona puntualmente su licencia de cacería y que se esmera por estar dentro de la legalidad.Ese es el cazador que tiene una conciencia ecológica muchísimo más fundamentada y técnicamente más acertada, que aquellos que se desgañitan con falacias basadas en los tabúes y supercherías que les inyectan como narcótico, a través de un contradictorio como pueril sistema de valores. Estos falsos profetas de la paz y humanismo, tan deshumanizado que niega al hombre en cuanto a su condición de ser trascendente, reúnen un perfil y se los olfatea a lo lejos. Son abolicionistas de la cacería, son abolicionistas de actividades productivas, aún con el menor impacto ambiental. Son defensores de la naturaleza, pero niegan la naturaleza humana, ante los gigantes mentís que les viene propinando la Ciencia, ahora se escudan tras la “autopercepción” negando con ello la naturaleza social del hombre. Y para colmo de la contradicción, en general son militantes del “derecho” a coartar una vida en gestación, aduciendo que es un “derecho”. Esta actividad, la cacería legal y deportiva, junto a las distintas disciplinas deportivas y culturales derivadas de la posesión legal de las armas, han generado una industria sin chimeneas que le da empleo a decenas de miles de argentinos. Representa para algunas provincias ingresos anuales de hasta 50 millones de dólares, y sin embargo los estrictos controles estatales garantizan tanto la seguridad de terceros como el bienestar medioambiental. Quisiera cerrar este humilde artículo, relatando una paradoja: “En un tornero de Tiro Práctico o de Tiro al Vuelo (señuelos, hélices o platillos), podremos observar, muchas veces, a más de 200 tiradores fuertemente armados y pese a ello, reina el respeto, la camaradería, las medidas de seguridad. Paradójicamente, no encontraremos ahí, ningún policía o fuerza de seguridad cuidando el buen comportamiento. Por el contrario, cuando asistimos a un evento futbolístico, incluso amateur, y pese a que los participantes no tienen otras armas más que su habilidad física, observaremos un sinnúmero de policías pesadamente ataviados con armas y protectores anti tumulto”. Por eso, NADA ES LO QUE PARECE!!! Nota de Raul Panero 29 de abril de 2021.(tiempopyme) |
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